martes, 11 de marzo de 2014

HÉRCULES Y EL BOYERO.

Conducía un boyero una carreta hacía una aldea, y la carreta se despeñó por un barranco profundo. El boyero, en lugar de ayudar a los bueyes a salir de aquel trance, se quedó allí cruzado de brazos, invocando entre todos los dioses a Hércules, que era el de su  mayor devoción. 
Llegó entonces Hércules y le dijo:  
-¡Toma una rueda, empuja a los bueyes y no invoques a los dioses si no hay esfuerzo por tu parte!
-¡Si no lo haces así, nos invocarás en vano!

Moraleja: 
La oración debe estar acompañada previamente de la acción.    

Esopo.

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